¡Felicidades a todos los padres en su día! Justo hoy estoy cumpliendo 7 meses así que mi padre y yo estamos celebrando por partida doble.
Ya tengo dos dientes y estoy ansioso por recorrer todo el mundo y conocerlo todo.
Con siete meses ya soy todo un explorador, he aprendido a arrastrarme de un lado a otro y he logrado infiltrarme en casi todos los rincones de la casa aunque para ello he tenido que burlar la vigilancia estricta de mis padres y mi abuelita Ada, y varias barricadas improvisadas en la entrada de la cocina. A pesar de todos los esfuerzos de Evelyn (mi fisioterapeuta) el "gateo" no es mi especialidad, prefiero arrastrarme sobre mi barriguita impulsandome con brazos y piernas, pero a veces me levanto sobre manos y pies y ejercito mis brazos y piernas para balancearme hacia delante y hacia atrás. He aprendido a girar en diferentes direcciones, y de la posición de reptación puedo pasar a sentado en un dos por tres.
Ahorita los juguetes no me distraen mucho, prefiero explorar y ver todo desde una nueva perspectiva. A veces consigo objetos asombrosos (cajas, celulares, cables, zapatos), y cuando los alcanzo los tomo con mis manos y trato de jalarlos o lanzarlos hasta que alguno de mis padres me llama la atención. Cuando me quedo sentadito jugando con mis juguetes me gusta estrellarlos entre sí, lanzarlos y apretarlos para ver si hacen ruidos.
Algunos juguetes me los llevo a la boca y pruebo mis dientes nuevos en ellos, pues todavía no me han dejado probar comida sólida. Cada vez que vamos a visitar a mis amigos mis padres prueban carne, chorizo, ensaladas, helados y muchas cosas sabrosas y yo los veo y muevo mis labios a ver si me dan a probar algo, pero ellos sólo quieren darme verduritas y frutas en papilla.
Mis padres se asombran mucho de las cosas que hago y dicen que estoy muy adelantando. Ellos regularmente consultan en una página llamada el babysitio para buscar consejos y consultar como voy desarrollandome. Ahorita están leyendo una página sobre el desarrollo en el séptimo mes para ver que cosas debería aprender a hacer en este mes y resulta que ya varias cosas las domino perfectamente, aunque aún me queda mucho que aprender y explorar.
En fin, el mundo es un lugar muy divertido y asombroso. Ya seguiré contandoles todas mis hazañas y logros, un beso y un abrazo a todos,
Gabriel Chiquinquirá Ferrer Sánchez
domingo, 17 de junio de 2007
miércoles, 13 de junio de 2007
El baile del abejorro
Esta es una de las piezas favoritas de Gabriel y Ada para bailar y divertirse un rato. Se trata del "El Vuelo del Abejorro", una obra de Nikolai Rimski-Kórsakov, compositor ruso que vivio a finales del siglo XIX. La versión que se escucha en el video es del chelista Yo-Yo Ma y el cantante Bobby McFerrin de su album Hush (un album excelente, cabe mencionar).
Pueden oirse las carcajadas que suelta Gael entre uno y otro brinco, y a pesar de ser sólo 1:50 minutos, la madre termina agotada. ¿Alguien había preguntado cúal era el secreto de Ada para estar tan flaca?
JR
Pueden oirse las carcajadas que suelta Gael entre uno y otro brinco, y a pesar de ser sólo 1:50 minutos, la madre termina agotada. ¿Alguien había preguntado cúal era el secreto de Ada para estar tan flaca?
JR
¡El primer diente!
Aquí está el famoso diente. Apareció por fin el domingo 3 de Junio, aunque desde los cuatro meses estabamos esperando a que se asomara.
Nos tardamos toda una semana para lograr tomarle una foto a ese diente que tantas veces culpamos por quitarle el sueño al bebé (y a nosotros). Durante esa semana, Gabriel se sentaba con una gran cara de seriedad y la boca muy cerrada a acariciar el diente con su lengua.
Parecía estar sumergido en profundas meditaciones, un poco como Juan Peña en el cuento de Pedro Emilio Coll (El diente roto)
y solo en contadas ocasiones dejaba ver el reluciente destello del diente. Cuando queriamos ver el diente o mostrarselo a alguien, el bebé, muy esquivamente, sacaba su lengua o cerraba la boca. Eso sí, dió unas cuantas demostraciones de la efectividad del diente: dan constancia de ello nuestros dedos, pies y pantorrillas.
Fue necesario el arduo esfuerzo de ambos padres, un poco de risa, un poco de sol, y una larga serie de fotos para que el diente (bueno, ya es un diente y medio) apareciera en todo su esplendor.
¡Qué bella sonrisa!
Nos tardamos toda una semana para lograr tomarle una foto a ese diente que tantas veces culpamos por quitarle el sueño al bebé (y a nosotros). Durante esa semana, Gabriel se sentaba con una gran cara de seriedad y la boca muy cerrada a acariciar el diente con su lengua.
Parecía estar sumergido en profundas meditaciones, un poco como Juan Peña en el cuento de Pedro Emilio Coll (El diente roto)
y solo en contadas ocasiones dejaba ver el reluciente destello del diente. Cuando queriamos ver el diente o mostrarselo a alguien, el bebé, muy esquivamente, sacaba su lengua o cerraba la boca. Eso sí, dió unas cuantas demostraciones de la efectividad del diente: dan constancia de ello nuestros dedos, pies y pantorrillas.
Fue necesario el arduo esfuerzo de ambos padres, un poco de risa, un poco de sol, y una larga serie de fotos para que el diente (bueno, ya es un diente y medio) apareciera en todo su esplendor.
¡Qué bella sonrisa!
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