Esta semana Gael cumplió sus primeros tres años, y tuvo muchas oportunidades para celebrar y demostrar todo lo que ha aprendido. Cantó villancicos en la guardería y bailó con las maestras, dio y recibió regalos de todo tipo, jugó solito, absorto en su mundo, pero también acompañado de sus compañeritos y amigos, compartió y esperó su turno cuando hacía falta, corrió contento a abrazarse con sus amigos y sus tíos y abuelos, se asustó un poquito cuando su papá se sentía mal, pero se refugió en brazos cariñosos que lo consolaron, se emocionó con su fiesta y sus regalos, se conmovió con su torta y el coro del feliz cumpleaños, disfrutó el desayuno con los abuelos y la visita de tía Elina y tío Esteban, y por supuesto vivió la emoción de abrir sus regalos y jugar con sus padres inventando historias para cada juguete...
Pero al final de la semana, después de todo el trajín de la guardería, la fiesta, las visitas, y descansando el domingo en casa, no hubo nada mejor que descubrir un viejo pedazo de cartón, y una cajita de tizas, y pasar un buen rato de padre e hijo, pintando con las tizas, con dedos, manos, codos, y otras partes del cuerpo, rayando y borrando, esparciendo el polvo por todas partes, incluyendo la ropa, el piso y la puerta.
Divertido sin duda, y definitivamente no hoy mejor regalo que el que nosostros mismos nos damos.
¡Felíz día a todos, y gracias por sus saludos y buenos deseos!
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